Pedrito tuvo la «estrella» de nacer en casa de rústicos emigrados a Madrid. En sus maletas incluyeron, además de las cosas de vestir, de mascar y de la mundicia, unas infinitudes surtidas: las que suelen brotar en las testas de las gentes de llanura. Esquizofrénica y mano pesada la madre; gota china el padre; le compusieron al galopín un cóctel para diario de efectos arrasadores. Otra estrella dejó en las manos del chico la famosa obra de Julio Verne «Veinte mil leguas de viaje submarino». En esta travesía quiso enrolarse para que la brisa marina obrara magia en él, que le permitiera, estando en un lugar, hallarse en otro...