Pedro salía de leer, por segunda vez, «En el camino» de Jack Kerouac con la misma cara que puso la primera vez que lo leyó unos treinta años atrás: la jeta de haber visto un OVNI. El libro era y es la cima literaria de la generación Beat. Cuenta en sus páginas la historia de un tipo (el mismo Jack con otro nombre) viajando por los USA y Méjico, sin otro objetivo que ir; irse al terminar la relectura del famoso libro, recordó Pedro a sus amigos del instituto: los primeros que desprecintaran la palabra amistad. No sabía dónde ni qué estarían haciendo ni si seguían aún vivos. Se dijo que aquella había sido su generación. Con su «camino» incluido su ir, y que no tenía libro que lo contuviese. Las generaciones que pasan a la historia se las define como un conjunto de personas que, habiendo nacido en fechas próximas y recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, adoptan una actitud en cierto modo común en el ámbito del pensamiento o la creación. La generación de Pedro solo se definía por otra de las acepciones de esa palabra: conjunto de personas que tienen aproximadamente la misma edad. Jack Kerouac escribió sobre un ir. Pedro pensó que su generación podía ofrecer en su ir, no una actitud común en el ámbito del pensamiento o la creación, sino todo lo contrario, y lo plasmó en esta primera parte para deleite de los paladares fisgones.
